Imagen de la termita Nasutitermes dasyopsis.
Por: Robin Casalla Daza* y Jairo N. Molina. Casallar@uninorte.edu.co Profesor del Departamento de Química y Biologia de la Universidad del Norte-Licenciado en Biologia de la U. Pedagógica Nacional
Más de 50 especies de termitas se han identificado en la región, en hábitat que van desde los bosques secos y manglares hasta las zonas premontanas; y, por supuesto, en muchas casas. El profesor Robin Casalla presenta algunos de los datos interesantes del mundo de estos insectos.
Desde hace 150 millones de años, las termitas o comejenes han ocupado un lugar prominente en los ecosistemas tropicales y subtropicales, en donde han establecido complejos sistemas sociales (reina, rey, soldados y obreras) que bien podrían haber inspirado las primeras organizaciones sociales humanas. Estos insectos, conocidos por su dieta a base de madera y sus derivados, han mostrado una notable constancia en sus hábitos alimenticios a lo largo de milenios, a pesar de los dramáticos cambios ocurridos en su entorno natural.
En la región Caribe colombiana, se han identificado más de 50 especies de termitas y cada una de ellas se encuentra asociada a un hábitat específico, desde bosques secos y manglares hasta zonas premontanas. La adaptabilidad de las termitas a diferentes ambientes climáticos extremos de salinidad de los manglares y la sequía de los bosques secos demuestra su resiliencia y capacidad para aprovechar diversas fuentes de alimentos basados en la madera.
Estos ecosistemas proporcionan el ambiente propicio para el florecimiento de las termitas que construyen impresionantes termiteros en los árboles y formaciones semejantes a monolitos en áreas ganaderas. Estos montículos no solo son testimonio de su habilidad constructiva, sino también de su impacto en el paisaje y la biodiversidad local.
Ciclo de vida del comején.
La época de lluvias les desencadena un fascinante comportamiento y frenesí reproductivo, conocido como vuelo nupcial, en el que las termitas aladas (reproductores) emergen en gran número atraídas por las luces artificiales, en un espectáculo natural que revela la complejidad de sus ciclos de vida. De cada pareja establecida en el suelo o en la madera, emerge una nueva colonia compuesta por diferentes castas sociales, que incluyen larvas indiferenciadas, obreras y soldados.
EN EL CARIBE COLOMBIANO ES COMÚN LA PRESENCIA DE LOS SIGUIENES COMEJENES
Cryptotermes dudleyi: Especie conocida por su capacidad para infiltrarse y dañar internamente estructuras de madera, como ventanas, sillas, marcos de puerta y closets, dejando a menudo sólo una fina capa externa intacta lo que hace que el daño sea difícil de detectar a simple vista.
Heterotermes convexinotatus: Notable por crear “autopistas” cilíndricas hechas de restos de madera y arena sobre muros y paredes. Es una plaga común en casas antiguas y pueden dañar severamente libros y otros materiales hechos de madera.
Amitermes foreli: es particularmente común en zonas ganaderas y agrícolas. Capaz de construir montículos que pueden alcanzar hasta dos metros de altura desde la base del suelo. En zonas rurales es común observarlas en pastizales, su presencia ayuda a retener humedad en el suelo, pero también puede provocar daños a estructuras en listones de maderas, cercas de potreros y vivienda hechas de bahareque.
Nasutitermes dasylopsis: construyen nidos ovalados y esféricos sobre árboles, en el que viven algunas aves. Soy muy comunes en árboles de mango, caucho, almendra y notablemente en áreas de manglar.
Los comejenes son reconocidos por su habilidad en la construcción de estructuras ecológicas y energéticamente eficientes sin necesidad de visión (los obreros y soldados son ciegos). De esta forma dan muestra de su ingenio biológico, capaz de rivalizar muy lejos con respecto a algunas de las maravillas arquitectónicas construidas por el ser humano.
El manejo de las infestaciones y la mitigación de los efectos negativos en la infraestructura humana requiere un enfoque informado y sostenible. La investigación en biología y ecología de las termitas es fundamental para desarrollar estrategias de control que sean efectivas y respetuosas con el medio ambiente.
La comprensión profunda de las dinámicas poblacionales de las termitas, sus patrones de alimentación y reproducción, además de su interacción con el entorno, es esencial para lograr un equilibrio entre la conservación de estas especies y la protección de los recursos humanos. El desafío radica en desarrollar métodos de control que sean específicos para las especies de termitas locales, minimizando el impacto en el ecosistema y evitando daños colaterales a otras especies.
La búsqueda de soluciones basadas en la naturaleza, como el aprovechamiento de compuestos derivados de plantas locales resistentes a las termitas, ofrece una vía prometedora para el desarrollo de pesticidas menos perjudiciales y más sostenibles.
Profesor del Departamento de Química y Biología de la Universidad del Norte. (casallar@uninorte.edu.co) Licenciado en Biología de la Universidad Pedagógica Nacional
La coexistencia humana con las termitas es una realidad compleja que requiere un enfoque equilibrado y basado en el conocimiento. En lugar de perseguir la erradicación total de estos insectos, es más prudente y sostenible buscar maneras de detectar su presencia y minimizar su impacto negativo. La educación y la conciencia pública sobre el valor ecológico de las termitas y los métodos de prevención y control efectivos son cruciales para lograr este equilibrio.